jueves, 10 de diciembre de 2015

¿Qué hacer ante un tirador activo?



Ser testigos de un tiroteo representa una situación que, ante los niveles de delincuencia común, de personas desadaptadas, crimen organizado y amenazas de terrorismo que prevalecen en el mundo, no debemos descartar en términos de posibilidad y constituye un momento que, a pesar de no poder prevenir, debemos aprender a sobrevivir.




Alerta constante. Es preciso mantenerse en una alerta constante en todo momento y lugar. El estar atento al entorno es un hábito que debemos desarrollar para detectar cualquier circunstancia que represente un riesgo para nuestra seguridad y la de otros. En otras palabras, identificar lo "raro" o anormal.




El observar a una persona que ingresa en un lugar ocultando algo entre sus ropas, cargando una maleta pesada o abultada, accediendo a sitios por lugares o en momentos inapropiados, la presencia o actitud de individuos sospechosos, son detalles a los que debemos estar atentos, ya que pueden representar la oportunidad de alejarnos del sitio antes de que algo malo ocurra y reportar la circunstancia, a fin de evitar un incidente del que haya vidas que lamentar.




Debemos considerar que un tiroteo puede ser iniciado no sólo por un delincuente o terrorista, sino por un empleado actual o anterior de una organización o bien por el alumno de una institución educativa.




Existen rasgos de comportamiento potencialmente violento, tales como el incremento en el uso de alcohol y/o sustancias ilícitas, un aumento inexplicable de ausentismo laboral o escolar, depresión, aislamiento, cambios de estado de ánimo, aumento en las pláticas sobre problemas caseros, así como comentarios no solicitados sobre violencia, armas de fuego y crímenes violentos que, de detectarlos en una persona, se deben reportar al área de recursos humanos de la empresa o directivos del plantel.




Identificar salidas. Algo que debemos hacer de manera natural, al entrar en todo lugar, es observar por donde podemos salir. Ello significa el identificar las alternativas de escape más cercanas ante una posible emergencia de cualquier tipo.




Dichas salidas no solo deben contemplar aquellas estrictamente señaladas como tales para el público en general, sino aquellas que puedan ser indicadas como exclusivas para empleados y proveedores o, incluso, ventanas a través de las cuales podamos saltar y huir de un lugar donde, ante una situación de tiroteo, cualquier protocolo de evacuación puede y debe, en muchos casos, pasarse por alto.




Ante la presencia de los denominados "tiradores activos", es decir, de uno o más individuos determinados a matar a una o varias personas en un lugar cerrado o concurrido, mediante el uso de armas de fuego, los expertos coinciden en señalar 3 alternativas de acción:




1. Correr.

Al estar ante una franca situación de tiroteo, donde se escuchan detonaciones de armas de fuego en un lugar abierto, lo primero que se debe hacer es tirarse al suelo e intentar, desde ahí, visualizar al agresor o tratar de identificar auditivamente el lugar de procedencia de los disparos. Incluso, en caso de quedar atrapado en una situación de tiroteo constante, se puede fingir el estar muerto y permanecer tirado en el piso.




Evaluando las circunstancias, y con la certeza de no dirigirse hacia el foco del conflicto, se debe correr para buscar una cobertura ante los disparos.




Es preciso correr y escapar, alejándose lo más pronto posible del lugar y de la o las personas armadas, evitando cruzar el área de fuego de un tirador. Se recomienda hacerlo en zigzag, agachado, buscando en lo posible irse resguardando en elementos sólidos, tales como columnas de cemento, vehículos, banquetas o árboles y mostrando las manos abiertas, para evitar ser confundido con el agresor por algún guardia o policía armado que se encuentre o acceda al lugar.




Al escapar, es importante privilegiar el conservar la vida, en lugar de llevarse cualquier pertenencia. Al correr y huir, conmine a otros a que lo hagan y no se detenga, pese a la reacción humana, a ayudar a personas heridas intentando arrastrarlas o cargarlas ya que, al hacerlo, la vulnerabilidad de ser un blanco del tirador aumenta considerablemente.




Tan pronto como se haya llegado a una zona de seguridad, se deben reportar los hechos a las autoridades.




2. Esconderse.

Cuando el correr no es una opción, porque el evento tiene lugar en un lugar cerrado y el tirador se encuentra bloqueando la única salida que existe y no es posible saltar por la ventana, por estar en un piso alto, al no tener posibilidad de escape, lo recomendable es esconderse en un lugar lo más seguro posible, fuera de la vista y alcance del tirador.




En un edificio, se debe ubicar un sitio que pueda ser cerrado con seguro. Cerrar la puerta y/o asegurarla, colocando una barricada con los muebles que se tengan a disposición. Apagar las luces del lugar y cualquier aparato dentro del mismo, colocar el teléfono móvil en modo de silencio, no únicamente en vibrador, sino en silencio total. Resguardarse dentro de un baño o en un closet y permanecer callado.




Es importante reportar los hechos, sigilosamente vía telefónica, a la policía, describiendo la ubicación del tiroteo, el número de tiradores, sus características y las de las armas empleadas. Si no se puede hablar, se puede mantener la comunicación telefónica abierta para que la operadora escuche y grabe los eventos.













En el escondite, evitar el abrir la puerta de manera innecesaria, ya que ello pone en riesgo la vida. Debemos considerar que, en ocasiones, los mismos agresores son quienes tocan la puerta, indicando que no existe mayor riesgo e instando a salir a las personas.




Abrir la puerta y salir hasta que se tenga la certeza de que la policía ha tomado el control del lugar o, bien, hasta que se observe o considere que el agresor haya abandonado efectivamente la escena.




3. Luchar y defenderse.

Cuando el correr o esconderse resulta imposible, es preciso, en aras de salvar la vida y como último recurso, el luchar y defenderse. En una circunstancia de vida o muerte, cuando el peligro es inminente, donde el agresor tiene a su merced a las personas y comienza sin misericordia a disparar, es posible y necesario actuar considerando que, ante ello, la mejor defensa es el ataque.




El objetivo central de la acción es el incapacitar al agresor. Tan pronto se logre, mejor será, a fin de evitar que continúe disparando. Actuar en contra del agresor debe hacerse con determinación y coraje, empleando la mayor agresión física posible. El actuar en grupo eleva las posibilidades de éxito.




No obstante, de no poseer una pistola, las personas se pueden armar para enfrentar al agresor con sillas, extintores, cinturones, paraguas, jarras o tazas o, incluso, con bolígrafos y lápices.




Si no es factible atacar de cerca al agresor, puede ser posible arrojarle cosas, buscando incapacitarle, distraerle o desorientarle al golpearlo con algo, cegarlo disparando un extintor en los ojos o arrojarle café caliente en la cara.




Después del desenlace final, mantenga la calma, espere la llegada y acceso de la policía y siga las instrucciones de los oficiales. Evite ser confundido con los agresores: levante las manos inmediatamente y abra los dedos. No haga movimientos bruscos, ni los intente tocar o abrazar para sentirse seguro. Evacúe el lugar y solicite asistencia y ayuda psicológica para superar la experiencia vivida.