lunes, 27 de julio de 2020

Mejores Prácticas en la Enseñanza Online y el Nuevo Rol del Educador

Certificado


sábado, 22 de febrero de 2020

Trastornos Mentales

Nos aterra el maniático que asesinó y le arrancó la piel a su novia en CDMX frente a su propio hijo autista. Las fotos son horrorizantes. 
Pero nadie habla de lo trastornada que estaba la chica para vivir al lado de un alcóholico golpeador, que ya tenía antecedentes de violencia. De que nadie pudo ayudarla en vida a dejarlo. 
Existe un patrón específico de chicas con tendencia a vincularse con tipos golpeadores, maltratadores y humillantes. 
Mujeres muy jóvenes que sistemáticamente rechazan propuestas de pretendientes sanos, normales, verdaderamente enamorados de ellas; bajo el argumento de que les parecen “demasiado aburridos”. Por eso eligen patanes de la peor ralea. 
Es una enfermedad clínica perfectamente identificada, consistente en una autoestima hecha pedazos, con sentimientos inconscientes de “no merecer”, y una poderosa tendencia autodestructiva en la personalidad. Sin ayuda profesional prolongada, no hay escape. 
La intensidad emocional experimentada en cada golpiza, adquiere un carácter adictivo hasta que finalmente las conduce a la muerte. Es una necesidad irresistible de esa adrenalina y tormenta. 
En breve estaremos impartiendo un taller de detección temprana y apoyo, para este tipo de patrones psicológicos, que lamentablemente van en aumento. 
Observa las imágenes. A mucha gente le parece incomprensible, el cómo una chica como ella, haya estado como pareja de este tipo. Pues del tamaño de esa incongruencia y ese absurdo, es la enfermedad psicológica por dentro. La belleza externa nada tiene que ver con el nivel de daño emocional que una persona carga por dentro. 
La chica poseía un elevado sentido de la cultura, contaba con estudios de maestría, y promovía causas nobles en sus redes. Y en medio de todo ello, la enfermedad de la autodevaluación y la autodestructividad, fue más poderosa que todo. Aún más que el amor por la vida. Terrible. 


domingo, 9 de febrero de 2020

¡Desafíate este 2020!



Los japoneses siempre han gustado del pescado fresco. Pero las aguas cercanas a Japón no han tenido muchos peces por décadas.

Así que para alimentar a la población japonesa, los barcos pesqueros fueron fabricados más grandes para ir mar adentro.

Mientras más lejos iban los pescadores, más era el tiempo que les tomaba regresar a entregar el pescado.

Si el viaje tomaba varios días, el pescado ya no estaba fresco.

Para resolver el problema, las compañías instalaron congeladores en los barcos pesqueros.

Así podían pescar y poner los pescados en los congeladores.

Sin embargo, los japoneses pudieron percibir la diferencia entre el pescado congelado y el fresco y no les gustaba el congelado; por lo tanto, tenían que venderlo más barato.

Las compañías instalaron entonces en los barcos tanques para los peces.

Podían así pescar los peces, meterlos en los tanques y mantenerlos vivos hasta llegar a la costa.

Pero después de un tiempo los peces dejaban de moverse en el tanque. Estaban aburridos y cansados, aunque vivos.

Los consumidores japoneses también notaron la diferencia del sabor porque cuando los peces dejan de moverse por días, pierden el sabor fresco ...

Y ¿cómo resolvieron el problema las compañías japonesas? , ¿cómo consiguieron traer pescado con sabor de pescado fresco?

Si las compañías japonesas te pidieran asesoría, ¿qué les recomendarías? , Y ¿cómo resolvieron el problema las compañías japonesas? , ¿cómo consiguieron traer pescado con sabor de pescado fresco?

(Mientras piensas en la solución.... Lee lo que sigue):

Tan pronto una persona alcanza sus metas, tales como empezar una nueva empresa, pagar sus deudas, encontrar una pareja maravillosa, o lo que sea, empieza a perder la pasión. Ya no necesitará esforzarse tanto. Así que solo se relaja.

Experimentan el mismo problema que las personas que se ganan la lotería, o el de quienes heredan mucho dinero y nunca maduran.

Como el problema de los pescadores japoneses, la solución es sencilla y se resume en esta Frase:

Las personas prosperan más cuando hay desafíos en su medio ambiente.

Para mantener el sabor fresco de los peces, las compañías pesqueras ponen a los peces dentro de los tanques en los botes, pero ahora ponen también un Tiburón pequeño!

Claro que el tiburón se come algunos peces, pero los demás llegan muy, pero muy vivos. ¡Los peces son desafiados! Tienen que nadar durante todo el trayecto dentro del tanque, para mantenerse vivos.

Cuando alcances tus metas proponte otras mayores. Nunca debes crear el éxito para luego acostarte en él.

Así que, invita un “tiburón a tu tanque”, y descubre que tan lejos realmente puedes llegar.

Unos cuantos “tiburones” te harán conocer tu potencial, que no te asusten sus “dientes ni sus trampas”...tu sigue alerta, pero siempre "fresco".

Siempre habrá tiburones a donde vayas...

Estamos todos en el mismo sitio, donde siempre tendremos dificultades y ellas serán bienvenidas si las sabemos mirar como las oportunidades para encontrar nuevos caminos, para escuchar otras opiniones, para aprender nuevas maneras de ver la VIDA, para fortalecer nuestro espíritu y sacar lo mejor de nosotros mismos.

¡Desafíate este 2020!

sábado, 18 de enero de 2020

Asesina Maria del Refigio Ceballos Becerra


Ayúdenme a compartir esta historia 


EL pasado 31 de marzo la señora Maria de Refugio Ceballos Becerra dio muerte a dos personas y las instituciones encargadas de procurar justicia no hacen nada en México.

A casi dos años el ministerio público que lleva la carpeta de investigación no ha presentado una sola prueba, solo la familia ha presentado las pruebas para su vinculación a proceso. 

Una sola audiencia inicial ha tenido y se amparó la causante del delito 


Ministerio Publico imposibilitado, o no quiere hacer su trabajo 


Juzgue Usted 





sábado, 2 de noviembre de 2019

Inteligencia Artificial Armas de Fuego







El futuro de la Seguridad Nacional
El futuro de la seguridad Publica
La Tecnología al servicio del hombre
Furo o una realidad ?

martes, 7 de noviembre de 2017

Sobre “El derecho de armarse”

El gobierno nos dice: “Ármate, pues, pero sólo ten armas en tu casa, y no las uses”; “úsalas pero sólo para defenderte”; “defiéndete, pero no lastimes a nadie”; “si lastimas a alguien, que sea en legítima defensa”; “haz uso de la legítima defensa, pero no te juntes con otros para ejercer ese derecho”; “júntate con otros, pero no se te ocurra llamarte ‘autodefensa’”; “llámate ‘autodefensa’, pero mejor conviértete en policía”, y nunca, bajo ninguna circunstancia, critiques o cuestiones la efectividad del Estado para cuidarte.



La lectura del más reciente libro de Ernesto Villanueva amerita que hagamos una precisión respecto de la obra: El derecho de armarse (Ediciones Proceso) no propone el uso de armas de fuego, no sugiere que arreglemos nuestras diferencias a balazos ni hace una apología de la violencia. Es un estudio serio, jurídico en primer término, además de histórico y sociológico, con sólidas bases estadísticas y documentales, en relación con el derecho (constitucionalmente perpetuado) de poseer y/o portar armas.
El doctor Villanueva, en primer lugar, coloca en la debida perspectiva el tema: se trata de algo que está en la Constitución federal, ese documento del que muchos hablan pero pocos han leído. El artículo 10 de nuestra Carta fundamental consagra un derecho humano:
“Los habitantes de los Estados Unidos Mexicanos tienen derecho a poseer armas en su domicilio, para su seguridad y legítima defensa, con excepción de las prohibidas por la Ley Federal y de las reservadas para el uso exclusivo del Ejército, Armada, Fuerza Aérea y Guardia Nacional… La ley federal determinará los casos, condiciones, requisitos y lugares en que se podrá autorizar a los habitantes la portación de armas.”
La idea de regular la posesión y portación de armas es añeja, casi siempre influida por el temor del Estado a perder su estabilidad. El primero y quizás único intento serio de analizar el asunto se produce, nos lo explica Villanueva, cuando los liberales del siglo XIX dan forma a la nación mexicana en la Constitución de 1857, cuya esencia, en este tema en particular, sigue siendo la misma hoy en día.
Villanueva recurre a lo que consignó Zarco en su Historia del Congreso. 1856-1857 para explicarnos que el –hasta ahora– único debate serio al respecto tuvo como protagonistas a aquellos liberales que hablaron, frontalmente, de todo: de la pacificación del país, del derecho de cada uno de defenderse a sí mismo, de la delincuencia (porque, sí, ya había delincuencia en ese siglo), y lo mismo hablaron de puñales que de dagas, espadas, sables, trabucos, tranchetes, verdugillos, rifles, pistolas, escopetas de viento, piedras, rea­tas, culebrinas, alabardas, tijeras, corta-plumas, navajas, estiletes, “y cuanto ha inventado la industria humana para destruir a los hombres o para defenderlos”, uñas y dientes incluidos.
Lo hablaron, lo debatieron, no eludieron el tema. Los constituyentes de 1917, de origen revolucionario y que venían de una lucha armada, sin mayor debate definieron que el “derecho” de poseer y portar armas debía ser el de “libertad”, que había armas que debían reservarse para el Ejército, la Armada y la Guardia Nacional, y condicionaba el derecho a portarlas en poblaciones a la sujeción a los reglamentos de policía.
Hasta 1971 se reabre el debate, y esa “libertad” vuelve a ser “derecho”, se amplía el espectro de armas prohibidas y se determina que será la ley federal la que autorice la portación. En resumen: después de 1857 poco se ha discutido el asunto de las armas, precisa Villanueva.
Para el autor, el tema debe reabrirse y debatirse, por supuesto porque hay inseguridad pública, porque hay una percepción de los ciudadanos de que ese es el principal problema de México; porque los ciudadanos no nos sentimos seguros y poco (muy poco) se confía en el Estado como proveedor de seguridad; porque, se admita o no, hay armas que circulan y, generalmente, las tienen quienes no deben tenerlas.
Debe debatirse de frente a la sociedad, porque también hay mitos y desinformación. Debe debatirse porque el Estado ha procurado que haya disposiciones legales y paradigmas sociales que se encuentran en oposición. Me explico:
Vivimos en un Estado en el que el gobierno nos dice: “Tienes derecho de poseer y/o portar armas (está en la Constitución), pero mejor no las tengas”. Para ello, dificulta el ejercicio de esa prerrogativa y la coloca en el ámbito de una discrecionalidad en la que él decide quién sí debe tener un arma y quién no, con reglas poco claras.
El gobierno nos dice: “Ármate, pues, pero sólo ten armas en tu casa, y no las uses”; “úsalas pero sólo para defenderte”; “defiéndete, pero no lastimes a nadie”; “si lastimas a alguien, que sea en legítima defensa”; “haz uso de la legítima defensa, pero no te juntes con otros para ejercer ese derecho”; “júntate con otros, pero no se te ocurra llamarte ‘autodefensa’”; “llámate ‘autodefensa’, pero mejor conviértete en policía”, y nunca, bajo ninguna circunstancia, critiques o cuestiones la efectividad del Estado para cuidarte.
En el trasfondo del tema (es perogrullada decirlo) subyace la vocación autoritaria del Estado, salpicada de la paranoia golpista que a finales de los sesenta y principios de los setenta definió muchas políticas estatales.
En 1971 se modificó el Artículo 10 de la Constitución, y en el 72 se promulgó la Ley Federal reglamentaria, y el Estado nos dijo que era necesario abatir (uso el término que se empleó hace casi medio siglo) el “pistolerismo”. Desde entonces se nos ha dicho ad nauseam que tener armas es malo; “te dejaré tener sólo pistolitas”, nos dijo el gobierno.
Influenciada, la sociedad no ve con buenos ojos las armas. Piensa en las masacres perpetradas por personas desequilibradas en Estados Unidos (con quienes tenemos claras diferencias culturales), y cuando sopesa el alcance del derecho de poseer o portas armas, como nadie se juzga a sí mismo imprudente o insensato, al ciudadano lo invade un sentimiento de otredad: yo debo tener ese derecho, aunque no lo ejerza; el otro, no. Juzgamos que el otro quizás me quiera dañar, o sea tan torpe que se lastime él o me lastime (incluso sin querer). Hay otra regla en oposición que emana del Estado: nos fuerza (al menos a los varones) a hacer el Servicio Militar, pero no nos adiestra en el manejo de armas.
Villanueva claramente admite: “poseer y/o portar armas no es la solución total al problema de la inseguridad… podría ser un comienzo, veamos las estadísticas. Debatamos”. La misma sociedad que no cree conveniente la posesión y/o portación de armas se encendió cuando José Manuel Mireles, líder de las autodefensas de Michoacán, fue encarcelado. Y ese, el tema Mireles, versaba sobre el punto: tener o no armas para defenderse.
Cerraría con esta reflexión: Pensemos en una víctima mortal de un delito, la que sea (todos, infortunadamente, conocemos a una o hemos sabido de una); pensemos en lo que le pasó, cómo le pasó; en dónde se hallaba el Estado que se comprometió a cuidar a esa víctima; si esa víctima pudo o no hacer algo para preservar su integridad, su patrimonio, su vida… si tuvo una oportunidad. Y respondámonos en silencio: “Si yo le hubiese podido dar un arma para que se defendiera, ¿se la hubiese dado?”  l
1 Alocución expuesta durante la presentación del libro El derecho de armarse. Lo que todo mexicano debe saber sobre la posesión y portación legales de armas de fuego, de Ernesto Villanueva, realizada en el Casino Xalapeño de la capital veracruzana el 28 de septiembre último.


Fuente :

http://www.proceso.com.mx/507458/sobre-el-derecho-de-armarse